Sembrando esperanza en la era del cambio climático

Los padres hacemos todo lo que está a nuestro alcance para formar a los hijos con principios y valores que les den sustento a nivel físico, emocional, social, espiritual para que esto los impulse a dar lo mejor de sí mismos. Buscamos que sean actores de bien en este mundo que necesita de ciudadanos ejemplares.

Aparte de la llamada “brecha generacional” entre padres e hijos, el mundo que les está tocando vivir a las nuevas generaciones presenta retos, cuestionamientos y situaciones que no nos tocó vivir a las personas nacidas antes de 1990.

Edgar y Paola en Foro Mty
Edgar y Paola en Foro Monterrey
Fuente: Foro Monterrey

Un niño o niña que hoy está viviendo su plena niñez ya tiene conocimiento o ha escuchado sobre la problemática del planeta. Términos como calentamiento global, emisión de carbono, extinción masiva de especies, contaminación ambiental, exceso de basura, están presentes en casa, escuela y comunidades.

Ellos escuchan y hablan de estos temas. Ver las imágenes en video de niños llorando por el planeta, los escritos de jóvenes dispuestos a irrumpir el orden y hasta romper la ley en su ciudad con tal de que los adultos en el gobierno, empresas y familias reaccionemos no me hace sentir nada bien. Muchos de ellos están sufriendo ansiedad climática al tener cada vez más certeza de que las cosas no van bien y sentirse impotentes o incapaces de manejar la situación.

Hay cada vez más familias que procuran ser más responsables y conscientes en casa, separando los residuos, cuidando los recursos naturales, evitando vueltas innecesarias en carro, consumiendo responsablemente. Tristemente, no tantas como se necesita y eso nos agobia a todos. Aún vamos a eventos donde al final se llenan bolsas negras con platos, cubiertos y vasos desechables. Aún vemos nuestras calles llenas de carros y tráfico. Aún hay gente que no cree en que este es un tema urgente y que si no actuamos decidida y contundentemente hoy, el futuro se vislumbra complicado.

¿Cuando reaccionaremos?

¿Cuando no haya más medicamento para tratar las alergias de tu hijo? ¿Cuando tu hija te diga que no está segura de querer tener hijos por que no se ve que el futuro del planeta pueda sustentar la vida y entonces por que traer más personas al mundo a sufrir?
¿Cuándo el amigo de tu hijo te diga que no entiende por qué en la escuela no les están enseñando cosas importantes para el tiempo presente como sobrevivir en un mundo con agua y alimento escaso? ¿Cuando un grupo de jóvenes te dice que no hay mucho qué hacer ya, que ellos saben que serán la primera generación que vivirá menos que sus padres y sufrirán más enfermedades?

Cuando hace años me uní a la causa para difundir la necesidad de hacer cambios en nuestro estilo de vivir y relacionarnos con el planeta, me sentí muchas veces sola, otras fui tachada de loca, y mil veces me sentí desconsolada esperando estar equivocada y como alguien por ahí me dijo, que esto fuera solo un invento. Pero 20 años después esto es real, tristemente.

Hemos dedicado ya varios años a impartir charlas y talleres en escuelas compartiendo sobre educación ambiental, alimentación sana y familia. Los niños de preescolar y primaria con los que nos tocó en un inicio compartir estos temas son ahora chicos de prepa, carrera o ya graduados. Son los que están conscientes de la situación y se están uniendo a las Huelgas por el Futuro, a grupos de reforestación, son los que están buscando concientizar a sus padres y abuelos. Son la prueba de que semillas sembradas germinan y dan fruto.

Pero mientras tanto, todas estas noticias sobre el cambio climático, la falta de apoyo y congruencia de los gobiernos, la lentitud para que las personas hagamos los cambios necesarios, las imágenes que vemos sobre el deshielo de los polos y distintas especies sufriendo invaden nuestro pensamiento generando sentimientos de impotencia, desanimo, decepción, tristeza y enojo. Todo esto es natural, más no es sano, ni debemos ahogarnos en esos sentimientos. Debemos seguir uniéndonos en círculos propositivos, pacíficos y congruentes que nos ayuden a avanzar y lo más importante debemos sembrar esperanza. Ser conscientes de que la problemática no debe robarnos el optimismo y el interés para seguir andando, uniendo fuerzas, inspirando a otros. No caigamos, la Tierra nos necesita y nosotros a ella aún más.

Recordemos lo maravilloso que es el ser humano, lo capaces que hemos sido de sobrellevar situaciones complicadas a lo largo de la historia. Tengamos visión, no sin ejercer acción.

Despierta cada día y cuenta cada acción en pro de tu planeta, caminaste a tu trabajo en vez de llevar el carro, te tomaste el tiempo de depositar en un contenedor especial ese frasco de vidrio o botella para que no termine en la basura, mejor aún, le diste un segundo, tercero o décimo uso, aún mejor, llevaste tus recipientes a tu restaurante favorito para que te empaquen tu comida para llevar, te uniste a la limpieza del parque o río en tu comunidad, sembraste un árbol o dos o más, dejaste de consumir productos procesados o cosas que no necesitas, cuidas cada día lo que tienes para que tenga un vida duradera, te diste la oportunidad de eliminar la carne de tu alimentación un día de la semana, o más… cada acción cuenta, por más pequeña que parezca, no te des por vencido. Y cuando te sientas que ya nada vale la pena, que no hay mucho qué hacer, llámale a otros que siguen esta misión, anímense mutuamente y sigamos, sigamos por que si algo nos han dicho nuestros padres desde que somos niños, nunca nos demos por vencidos.

Cada vez somos más personas, cada vez mas conscientes. Cuando veas a ese niño o joven desconsolado, regálale una palabra de aliento y pon en sus manos la semilla de la esperanza que se riega con confianza, inteligencia, unión y visión.

Por Georgina Mayer. Arquitecta, Madre, Chef, Co-Fundadora de Casa Macro, Miembro del CEI, Representante de Padres por el Futuro Mty.

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